Los especialistas suelen recordar aquella anécdota que comenta el estudio de inglés de una persona cuya capacidad de memoria era extraordinaria. Se cuenta que con ese privilegio, esta persona se volcó a estudiar el idioma de Shakespeare con los famosos diccionarios “español-inglés/inglés-español”, memorizando una inmensa cantidad de palabras. Alardeando de esa capacidad, desafiaba a sus amistades a que pregunten la traducción de cualquier palabra del español al inglés o del inglés al español, respondiendo correctamente cada desafío.
Confiado en su capacidad, esta persona ganó gran confianza en el manejo del idioma inglés. Tanta era la confianza, que cuando un especialista norteamericano llegó para asesorar a la empresa en la que nuestro protagonista trabajaba, este último pidió a la recepcionista que envié al visitante a su despacho. En ese momento pensó en las primeras palabras que utilizaría para recibir al norteamaricano, y entonces, cuando el asesor asomó su cabeza en la puerta del despacho, nuestro amigo se levantó de su escritorio con la intención de invitar a que el visitante entre, de modo que le dijo “Between and drink a chair”. El norteamericano, al escuchar eso, retrocedió apresuradamente y volvió hacia la recepción buscando traductor para comunicarse con los representantes de la empresa.
Con un elemental conocimiento del inglés ya uno comprende la reacción del visitante. “Between” en inglés es un adverbio de lugar, que quiere decir “Entre”, indicando la colocación física de un objeto entre otros, pero que no tiene nada que ver con la acción de entrar en un lugar. “Chair” es silla, y “drink” se traduce como tomar, pero en el sentido de beber un líquido y no de agarrar alguna cosa. De modo que el protagonista de la anécdota malinterpretó la esencia del proceso de traducción, considerando que era suficiente sustituir mecánicamente las palabras de un idioma a sus similares del otro, olvidando la importancia que tiene el contexto en que se encuentra la palabra. Tampoco tuvo en cuenta que para hablar en un idioma hay que pensar en ese idioma. Simplemente asumió que podía pensar la frase en español, en decir “entre y tome una silla”, y terminó diciendo en inglés algo tan absurdo que equivaldría más o menos a “póngase entre dos y bébase una silla”.
Esta anécdota nos sirve para comprender que el estudio de un idioma requiere de método, de práctica y de ejercicio permanente en esto de pensar en el idioma que se estudia para lograr la utilización eficaz del mismo.
El idioma es la máxima expresión de la cultura de un pueblo. En él se expresa la forma de ver el mundo, de comprender las bellezas y monstruosidades, las simplezas y complejidades que hacen parte de la vida en un determinado territorio. Aprender un idioma es abrirnos a conocer la forma en que un determinado pueblo entiende el paso de la humanidad por la Tierra. Esto es sabido desde hace bastante tiempo y el solo conocimiento de lo que estamos compartiendo, ya es argumento más que suficiente para organizar nuestros tiempos y emprender el estudio de cualquier idioma.
Pero además, en esta segunda década del siglo XXI, el conocimiento de idiomas nos permite competir en el mercado laboral de otros países. La pandemia potenció el teletrabajo, permitiendo que empresas de todo el mundo abran sus convocatorias a trabajadoras y trabajadores de todo el mundo. Así tenemos paraguayos trabajando para empresas alemanas, brasileños trabajando para empresas canadienses, bolivianos trabajando para empresas italianas y así, un infinito cruce de nacionalidades trabajando a distancia a partir del conocimiento de idiomas como expresión ineludible a la hora de ejercer profesiones y oficios en otros países.
La comprensión es hija del conocimiento. Mientras mejor conocemos la historia de la humanidad y la complejidad de los procesos sociales, mejor podemos aportar para que las sociedades en las que interactuamos mejoren sus relaciones integrales. Y conocer idiomas nos permite comprender y valorar el desarrollo de los pueblos.
En nuestro caso, es importante iniciar por la necesidad de manejar mejor nuestros dos idiomas oficiales. Y en este sentido, el Guaraní se encuentra en posiciones marginales producto de la predominante ignorancia que, entre otras cosas, desconoce el hecho de que el guaraní sea el tercer idioma, luego del griego y el latín, en aportar a la botánica en cuanto al conocimiento de las plantas y de los usos que se les fueron dando.
Y sumando al aprovechamiento de nuestra condición de bilingües, paso a dejarles un listado de idiomas importantes para nuestro crecimiento integral.
Inglés: Es el idioma más estudiado en todo el mundo. Se habla en los cinco continentes y su uso es mayoritario ya que es oficial en varios de los países más influyentes (EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia). Además es el idioma más utilizado en negocios, el comercio internacional e Internet.
Portugués: Al tener frontera con Brasil, país considerado en el top 10 de las potencias mundiales, aprender este idioma nos abre un poderoso mercado laboral y además nos permite comprender la historia brasileña como parte esencial de la historia de América Latina y de nuestro propio país, además de la historia y la cultura de Portugal y de varios países del continente africano. Brasil y Portugal tienen múltiples convenios universitarios y ofrecen programas de maestría y doctorado que cuentan con altos índices de calidad.
Chino Mandarin: Existe gran consenso en la identificación de China como una gran potencia mundial. Su crecimiento económico así lo indica. Además, la cultura milenaria china es riquísima y precursora de un montón de conocimientos esenciales para la humanidad. A esto se suma el hecho de que es hablado por más de mil millones de personas, concentrándose en China y en países próximos como Indonesia, Camboya y Malasia.
Alemán: Alemania es el país líder de la Unión Europea. El alemán es el segundo idioma más importante de la ciencia y en el terreno filosófico y literario, ha aportado belleza y profundidad que merecen ser asimiladas en su idioma de orígen. A todo esto podemos sumar las oportunidades laborales de un país desarrollado y la oportunidad de aprenderlo como base para conocer otros idiomas de origen germánico como el holandés o el danés.
Francés: El Francés es una lengua que se habla en los cinco continentes. Se estima que hablan el Francés más de 200 millones de personas en todo el mundo. En buena parte del mundo es, además, la segunda lengua que se estudia en el colegio por excelencia, además de tener mucho protagonismo en las artes.
Italiano: El italiano es un idioma con varias ventajas para los hispanohablantes. Sus raíces latinas facilitan la práctica y el aprendizaje de aprender y practicar. Descubrir toda la producción y el criterio de la moda, la historia, la cultura, la música y el arte en general tiene un valor más esencial si lo hacemos desde este idioma, que además tiene la cualidad de tener una sonoridad muy agradable.
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