La urgencia de un cambio radical en cuanto a cómo nos relacionamos como sociedad con el medioambiente es una preocupación a nivel mundial. El cambio climático, el exceso de desechos, la destrucción de ecosistemas valiosos para el planeta, son problemáticas cada día más complejas de enfrentar.
Actualmente, estamos inmersos en un sistema que profita del medio ambiente, impulsado por una economía lineal que produce, usa y desecha los objetos, generando consumidores que perpetúan este mismo ciclo. La consecuencia directa es un cúmulo de residuos que genera gases de efecto invernadero, que muchas veces termina en los océanos, pero, además, que se sustenta en la extracción y manufactura indiscriminada de recursos y productos, junto con el agotamiento de los recursos naturales.
En este contexto, la pandemia ha agudizado la problemática medioambiental, pero también, ha impulsado un proceso de reflexión global. Así lo indicó en una entrevista Thais Vojvodic, Plastics Pact Network Manager en Ellen MacArthur Foundation: “El Covid-19 ha exacerbado las fragilidades y la naturaleza derrochadora de nuestra economía lineal y ha habido una mayor conciencia de que el sistema actual está roto. Ha habido un apoyo generalizado para reconstruir mejor y repensar la economía global mientras el mundo se recupera de los efectos económicos de esta pandemia. A medida que los gobiernos buscan la manera de avanzar, la Economía Circular ofrece una solución para reconstruir con más resiliencia y en línea con objetivos de bajo carbono”.
Debido a lo anterior, es necesario transitar de una economía lineal a una circular, como una solución sostenible que genera beneficios ambientales, económicos y sociales.
La economía circular es una alternativa al actual modelo económico lineal de extracción, fabricación, uso y eliminación. Tiene como objetivo mantener los recursos en uso durante el mayor tiempo posible, maximizando su potencial, para posteriormente recuperar y regenerar esos productos y materiales al final de su vida útil.
Este modelo se inspira en la naturaleza, donde los recursos mantienen su valor en toda la cadena, nutriendo a la misma y donde nada se desperdicia por lo tanto tiene como foco el evitar el uso innecesario de algunos materiales y disminuir al máximo la generación de residuos. Lograr este cambio es sumamente relevante, ya que permitiría un trato respetuoso y armonioso con nuestro entorno, mejorando las crisis que ha provocado la falta de conciencia ecológica.
Para potenciar el paso hacia una economía circular, se debe aplicar la colaboración como habilidad base, ya que es imposible hacer trabajar esta rueda de manera aislada. Es por ello por lo que es un cambio transversal a todos los sectores de la sociedad y se requiere construir un lenguaje compartido y alineado entre las distintas organizaciones, empresas, organismos y actores públicos y privados, responsables de comunicar todo lo relacionado a esta temática, con el objetivo de entregar un mensaje consensuado y coherente a la ciudadanía respecto a la circularidad de los recursos.
El plástico se ha convertido en un material indispensable en nuestra sociedad, debido a lo económico, liviano y fácil de producir. Este atributo dificulta la posibilidad de reemplazarlo rápidamente por otra materia prima y aumenta su presencia en diversas industrias, como la agricultura, la salud, la construcción y la educación, la tecnología, entre otras.
Sin embargo, el estudio “Breaking the Plastic Wave”, establece que si no actuamos y potenciamos el paso hacia una economía circular, el flujo anual de plástico hacia el océano casi se triplicará para 2040, a 29 millones de toneladas métricas por año, lo que equivale a 50kg de plástico por metro de costa en todo el mundo. Por lo tanto, el gran desafío en el contexto de una economía circular es el potenciar el buen uno del plástico y evitar su uso innecesario. De esta forma se transforma en un recurso valioso que pueda tener muchas vidas y continuar circulando en el ambiente sin convertirse en residuo.
Para lograr este objetivo, Ellen MacArthur Foundation crea el 2018 la Red Global de Pactos por los Plásticos, donde Chile es el tercer país en implementar este modelo a nivel global y el primero en Latinoamérica. Estos Pactos buscan llevar a la acción el compromiso de diferentes actores del ecosistema, a través de la construcción e implementación de metas concretas a nivel nacional o regional para repensar y rediseñar el sistema de los plásticos, comenzando por los envases y embalajes de los productos.
Circula el Plástico -que es la bajada del Pacto Chileno de los Plásticos, es liderado en el país por Fundación Chile, junto a más de 40 actores de la cadena de valor del plásticos, incluyendo al sector público, privado y civil, donde se han puesto los siguientes 4 compromisos al año 2025:
Fuente: Circula el plástico.
Por Educarchile, publicado bajo licencia CC BY-NC 4.0.
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