El bono demográfico hace referencia a una fase en la que el balance entre las edades de una determinada población genera una oportunidad para el desarrollo. Ocurre cuando cambia favorablemente la relación de dependencia entre la población en edad productiva (jóvenes y adultos) y aquella en edad dependiente (niñas, niños y adultos mayores), con un mayor peso relativo de la primera en relación con la segunda. Es el crecimiento económico potencial creado por esta favorable distribución por edades de la población.
Saad (2012) define al bono demográfico como el “período durante la transición demográfica en que la proporción de personas en edad de trabajar (potencialmente productivas) crece en relación a las personas en edades potencialmente dependientes”. Este período se conoce también como “ventana demográfica de oportunidades”, y representa desafíos de implementación de políticas macroeconómicas que incentiven la inversión productiva y aumenten las chances de acceder al mundo laboral.
En nuestro país, en 1950, la población comprendida en 0 a 14 años representaba el 43,8% del total, la población de 15 a 64 años representaba el 52,5% del total, y la población de 65 años y más representaba el 3,7% del total; para el año 2012 pasaron a representar 31,9%, 62,5% y 5,6% respectivamente.¹
La estructura poblacional al año 2012, define a Paraguay como un país joven, ya que, de cada 10 habitantes, 6 formaban parte de la franja etaria de 15 a 64 años de edad, franja identificada como la potencialmente activa; más aún, de estas 6 personas, 3 estaban en el rango de 15 a 24 años de edad. La proyección de población realizada por la Dirección General de Estadísticas, muestra que esta característica se mantendría durante las siguientes décadas, por lo que las perspectivas de desarrollo son altamente positivas.
Una de las ventajas que ofrece el bono demográfico es que la población en edad potencialmente y con capacidad de generar ingresos, enfrenta una carga menor en términos de transferencia de recursos a las franjas etarias dependientes. Paradójicamente, en la región, el porcentaje de población joven inserta en el mercado laboral se redujo. En Paraguay entre los años 2002 y 2012, de la población en edad de trabar disminuyó en un 4,7%, pasando de representar el 54,7% al 50%. Paraguay es uno de los países de la región mejor posicionados en términos de mitigación de los efectos de la pandemia y recuperación económica y se ubicó como una de las cinco naciones de América Latina que más inversión extranjera recibió, pese a la pandemia.²
Estos datos presentan grandes desafíos, más aún en este contexto de postpandemia, y el aprovechamiento del bono demográfico dependerá de fuertes políticas públicas en inversión en educación, salud y trabajo. En materia de educación, un indicador relevante es el de retención escolar, que en el año 2016 llegó al 42,1%, un aumento bastante alto en comparación al 29,3% del año 2002. Otro factor clave es el aumento de la cobertura y calidad educativa, sobre todo el los niveles medio, superior, y en la formación docente.
Según el documento Juventud y bono demográfico en Iberoamérica³, editado por la CEPAL y la Organización Iberoamericana de Juventud (OIJ) con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), “la disminución sostenida de la fecundidad en varias naciones produjo una liberación de recursos financieros que posibilitaría una mayor inversión en la cobertura y calidad de la educación. Este hecho se observó en todos los países de la región y representó, en promedio, 19% de aumento en los recursos disponibles por niño en edad escolar durante la última década”. Asimismo, el documento prevé “un incremento sustancial para la próxima década, de 15% en promedio, lo que permitiría sostener económicamente una ampliación de la cobertura educativa en los niveles secundario y terciario”.
¿Cómo aprovechar el bono demográfico?
Ante el bono demográfico, nuestro país se encuentra con una oportunidad única en su historia económica para acelerar su crecimiento, reducir la pobreza, desigualdades y mejorar las condiciones de vida de la población.
Según Bloom (2003) existen básicamente cuatro requerimientos básicos interrelacionados y claramente identificables para materializar el bono Demográfico:
En nuestro país, en el ámbito laboral, un mayor aprovechamiento del bono demográfico será posible mediante la implementación de políticas públicas que mejores los índices de calidad de trabajo, vale decir, niveles de ingreso que permitan superar los niveles de pobreza, seguridad social y médica. La inversión privada es importante para reducir los niveles de desocupación y subocupación de este 62,5% de la población en edad productiva. En el año 2002, el desempleo abierto representaba un total de 265.762 personas sin trabajo, en 2012, la cifra se redujo a 148.063, para 180.254 personas desocupadas en el año 2017.⁴
En lo que respecta a la salud, si bien se han registrado una importante reducción de las tasas de desnutrición y un aumento de la población con cobertura médica, estos números aún requieren de un mayor esfuerzo público importante para el efectivo aprovechamiento del bono demográfico.
La población joven es un recurso valioso para el crecimiento económico, y Paraguay necesita invertir en educación, salud y actividades productivas generadoras de empleos, y del sostenimiento de condiciones macroeconómicas estables, como elementos fundamentales para el aprovechamiento adecuado del bono demográfico.
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