Una investigación sobre la situación de las personas con discapacidad en Paraguay da cuenta de que tan solo el 36% de las personas que tienen discapacidad, entre 6 y 18 años, asiste a algún establecimiento escolar¹. A esto se suma la población indígena y una creciente población de niñas, niños y adolescentes, cuyas capacidades de atención y asimilación se han venido diversificando, producto de los impactantes cambios sociales, culturales y tecnológicos que hemos tenido en el mundo, con una pandemia que puso el pie en el acelerador a todos los sistemas públicos que pretenden igualar las oportunidades para que los seres humanos podamos aportar al progresivo desarrollo de nuestros países y del mundo.
Con la pretensión de dar respuesta al desafío de la educación inclusiva, el equipo pedagógico de un hospital infantil estadounidense dedicado a la realización de diagnóstico y adaptaciones curriculares para la participación y el aprendizaje inclusivo, a mediados de la década de 1980 encontró que un currículo al que denominaron de «talla única» generaba barreras a aquellos estudiantes que no entraban en “la normalidad” al que se dirigía, lo que suponía realizar adaptaciones para que logren aprender.
La búsqueda de soluciones para alcanzar una educación en la que tuvieran cabida aquellos estudiantes llevó a redefinir el enfoque, ubicando el problema ya no en las características personales del estudiante, sino más bien en las barreras generadas por la rigidez en el diseño de un currículum único, que no tenía en cuenta la diversidad existente en las aulas (Rose y Meyer, 2000). Para la superación de esas barreras propusieron diseñar un currículum que contemple la variabilidad de los procesos de aprendizaje y de sus protagonistas, incluyendo como referencia, los extremos de esta variabilidad.
Es así como nace el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), cuyo objetivo es lograr una inclusión efectiva, minimizando las barreras físicas, sensoriales, cognitivas y culturales que pudieran existir en el aula. De manera que favorezca la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación.
En este marco el DUA se organiza metodológicamente para irrumpir en el siglo 21, con tres preguntas esenciales para la cuestión educativa: ¿Qué aprender?, ¿por qué aprender? y ¿cómo aprender?
Para responder a la primera pregunta utiliza el principio de reconocimiento o representación, que hace referencia a cómo se presenta el contenido y los conocimientos. Como la neuroeducación ha demostrado que no todo el mundo procesa la información recibida de la misma manera, siguiendo este principio, el docente deberá presentar la información a sus estudiantes mediante diferentes soportes y en formatos distintos partiendo de sus respectivas capacidades de percepción, comprensión, uso del lenguaje, entre otras.
En la segunda pregunta, el DUA contempla el principio de la motivación, atendiendo a que algunas personas se motivan aprendiendo en grupo y otras de forma individual; a unas lo novedoso les llama la atención, mientras que a otras lo nuevo les puede generar incertidumbre o falta de seguridad, y prefieren aprender siguiendo rutinas. Por ello, teniendo presente este principio, el docente tendrá que proporcionar opciones que permitan diferentes maneras de motivar a su alumnado para asegurar el compromiso y la cooperación del mismo.
El último principio se centra en la acción y la expresión, para responder a la pregunta de ¿cómo aprender? En este sentido, el DUA parte de la noción de que existen múltiples formas de expresar lo aprendido. Por ejemplo, puede que un estudiante que tenga barreras derivadas de un conocimiento insuficiente de la lengua, sea capaz de explicarse mejor con la expresión oral que con la escrita. En definitiva, este método de enseñanza propone que se ofrezcan opciones diferentes de expresión y transmisión de lo aprendido.
El Diseño Universal para el Aprendizaje es una adaptación del currículo asumiendo la diversidad como una condición esencialmente humana que enriquece los procesos pedagógicos. Gracias a la flexibilidad que ofrece, este Diseño es compatible con cualquier otra metodología o pedagogía.
Masificar el DUA es una necesidad que debe ser abordada desde las políticas públicas. En Paraguay, con la Ley 5136/2013 se presentó una mirada esperanzadora para los estudiantes con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo, con muchos interrogantes de cara a su implementación. Por ejemplo, ¿estaría el profesorado preparado para este nuevo enfoque? ¿Entendería la suficiente flexibilidad con la que hay que dotar al sistema para el desarrollo de esta herramienta en una escuela inclusiva?
En una reciente investigación académica², se señala que el 97,7% de directivos y docentes afirmaron que el DUA representa un reto para afrontar las necesidades específicas de aprendizaje. El 100% de las personas encuestadas respondió que necesitan ser capacitadas sobre el tema. Todas habían oído hablar del DUA, pero no habían utilizado el mismo por la incertidumbre, falta de información y capacitación.
La igualdad de oportunidades es un reto sensible y profundamente humano que no debe ser postergado ni secundarizado. Y la educación es parte fundamental de ese desafío, por lo que en Paraguay se debe imponer la adaptación en los planes, que permitan la efectiva extensión del DUA a todo el magisterio del país.
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