La lectura nunca pasa de moda, nunca se deja a un lado. Estamos rodeados de palabras escritas en verso, en prosa, en retahílas, en conversaciones de juegos, en canciones de antes y ahora, en forma de arte, en forma de publicación… Siempre con el objetivo de hacer llegar un mensaje que filtramos bajo nuestra perspectiva, es decir, nuestra manera de «mirar» hacia la vida. El célebre escritor y conferenciante, Ken Robinson decía que «la educación eficaz siempre es un equilibrio entre rigor y libertad, tradición e innovación, el individuo y el grupo, la teoría y la práctica, el mundo interior y el que nos rodea».
Los niños crean sus propios espacios de lectura desde las más tempranas edades. Explorando a través del tacto de las pastas y las hojas; desarrollando el oído con la narración de los cuentos; contemplando con la vista las bonitas formas que crean las letras cuando componen palabras; descubriendo el aroma del ir y venir de las páginas; y saboreando las ganas de continuar leyendo hasta conocer el final de cada historia.
El funcionamiento ejecutivo juega un papel muy importante en diferentes aspectos del aprendizaje de la lectura. Es esencial para el desarrollo de la alfabetización e influye en el proceso de comprensión del significado de las palabras. Las funciones ejecutivas permiten el control cognitivo y conductual necesarios para planificar y tomar decisiones adecuadas. También facilitan la realización eficiente de las tareas, sobre todo, si son novedosas o presentan alguna complejidad. Resultan imprescindibles en el proceso académico y el bienestar personal del alumnado.
En palabras de Rousseau: «La infancia tiene su propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras». Esta frase nos conduce directamente a pensar en la libertad de elección. El niño desarrolla su propia capacidad crítica y estrategias de elección en función de sus necesidades y prioridades. Por ello, es importante proponer, y no imponer. Invitarle a descubrir el entorno y educarle sacando a la luz algo que todavía no existe y que influirá en su manera de ser y sentir el día de mañana.
Los espacios llenos de lectura son casa. Una ventana de libertad y conocimiento que hace que el mundo nos parezca más interesante a través de la creación de historias llenas de realidad y fantasía, que conforman nuestra manera de ver la vida. Como dijo el célebre escritor Ramón Gómez de la Serna, «una librería es un andamiaje que se adquiere para edificar el futuro».
En esta actualidad de repentinos cambios, la enseñanza a distancia puede convertirse en presente. Eso depende de los medios y las formas de traspasar la información así como de la motivación para adquirirla. De ahí que busquemos diferentes ingeniosas maneras de incluir la lectura en nuestro día a día y, sobre todo, en la rutina de los más pequeños. ¿Cómo podríamos favorecer la lectura en los niños? A través de dos premisas claves:
Por último, destacar también, la importancia de la lectura para la gestión y expresión emocional. Cuando despertamos la emoción podemos facilitar la atención y así hacer un uso adecuado de la memoria y aprender. El pensamiento creativo hace participar a diferentes redes neurales que están interactuando que forman parte de los dos hemisferios. Las emociones positivas activan ese insight y tenemos mayor tendencia a desarrollar estas ideas creativas. Sin embargo, cuando estamos cansados o fatigados tenemos mayor tendencia a huir del pensamiento analítico.
«…cuando la luz parece detenerse en todas las cosas y se demora, sobre todo, en el verdor apenas apuntado de los jardines, he bajado a la ciudad para ver jugar a los niños. Me gusta la esperanza que encierran su voces, la inquietud permanente de sus manos, su incasable manera de contemplar el mundo que les rodea para entenderlo, los gestos espontáneos y ágiles de sus pies, sus ojos escrutadores y minuciosos».
Mariluz Escribano Pueo, 2010
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