Era una mañana fría, mi mamá me despertó con las maletas empacadas, ya habían llegado las vacaciones y eso significaba que era hora de irnos al campo, a la casa de mis abuelos, eso me ponía particularmente feliz, me divertí mucho por el camino viendo la naturaleza, las flores, los animales como el ñandú guasú, las garzas rosadas y hasta un Aguará Guasú que se cruzó en el camino.
Después de cuatro horas llegamos junto a mis abuelos Ramón y Bernarda, me recibieron muy felices, nos volvíamos a ver después de un año, por cierto, yo soy Dariel y tengo 7 años.
Los días pasaron, yo aprovechaba explorando el riacho lleno de pececitos, junto a mi nueva amiga Pikygi que vivía frente a la casa de mis abuelos, pero nos llamaba la atención los ruidos fuertes que se escuchaban en el campo, le pregunté a mi tío Guido, quien me contó que tenía un amigo Guardaparque llamado Porfirio que le explicó que estaban talando árboles para construir un nuevo camino, él estaba intentando detenerlos, pero no le hacían caso, eso me puso muy triste.
Una tarde el cielo se veía muy oscuro, era una tormenta que se aproximaba, toda la noche escuché el viento silbando. A la mañana siguiente al despertarme, muchos árboles estaban caídos, entre las ramas caídas escuché un pobre pajarito llorando con mucha hambre, apenas tenía plumas, mi tía lo alzó y me lo dio. Ese día conocí a mi pequeño Memo.
Mi tía Carina, que es profesora, me contó que la tormenta llegó por culpa de la deforestación, los vientos tan fuertes habían destruido el hogar de Memo que apenas había nacido, me propuse cuidarlo y alimentarlo, todos los días en las mañanas me despertaba con su canto, crecía rápido y cada vez volaba más alto, eso me asustaba porque no quería dejarlo ir, se posaba en mi hombro y así andábamos todos los días, un día voló lejos y no volvía, lloré muchísimo, mis abuelos trataban de calmarme y me decían que a los animales salvajes hay que dejarlos libres en la naturaleza, justo al llegar la tardecita, Memo volvió, me puse tan feliz, pero ya estaba entendiendo que su lugar no era conmigo, sino en el campo donde era libre y feliz.
Una mañana me despertó con su canto, y salió volando por la ventana, se estaba despidiendo de mí, voló lejos y lo dejé ir, eso me dolió mucho al comienzo, pero así tenía que ser, él era parte de esa naturaleza que me gustaba tanto.
Hasta hoy lo recuerdo, mi Memo me hizo entender lo importante que es amar y cuidar la naturaleza, a los animales y las aves. Me hizo ver lo malo que es dañar y talar los árboles.
Hoy me siento en cualquier parte, y cuando veo un pajarito bajar frente a mí, me pregunto si ¿será Memo?.
Dariel y su amiguito Memo, protagonista del cuento basado en su historia real.
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